El reloj pasaba lentamente mientras miraba el tiempo correr a una velocidad realmente pésima. Los segundos eran comparables a las pequeñísimas gotas de lluvia al estrellarse contra la ventana. Poco a poco. Muy poco a poco... haciéndome suspirar en cada momento.
Mis párpados se cerraban y abrían rápidamente cual alas de mariposa en pleno vuelo intentando no caer en un profundo y reparador sueño. No quería quedarme dormida. No en ese momento tan sumamente especial e importante en mi vida. Esa decisión me cambiaría para siempre.
Eran casi las cuatro de la madrugada pero todo por lo que podía esperar estaba ahí, delante de mí. Esperando a que llegase ese preciso instante. Quería recompensar todo lo vivido.
Sabía que estaba a punto de suceder. Ese ritmo cadente al que estaba tan acostumbrada, empezó a ser más irregular. Mis nervios estaban a flor de piel. ¿Cómo podía sentirme así? ¿Qué podía esperar después de lo que estaba a punto de suceder? Ni si quiera puedo recordarlo con exactitud.
Lo tenía todo calculado a la perfección. Conocía cada movimiento y lo que debía hacer. Me moría de ganas... Había estado esperando demasiado tiempo a ese momento. Ese preciso instante. Esperaba sentirme desatada y por fin libre de esas cadenas opresoras que sentía en mi interior.
En los últimos minutos de espera, recordé todo lo que había sucedido. Todo lo que me había empujado a querer eso de una forma tan desesperada. Dicen que por amor se cometen muchas estupideces y podría decir que todos los momentos que me habían movido hasta ahí, habían sido motivados por él. Pero ahora no sé si eso es cierto.
Recuerdo también los versos de una canción que me vinieron a la mente:
You know I love you, I really doBut I can't fight anymore for youAnd I don't know, maybe we'll be together againSometime... in another life.
Se sentía tan real, tan mía. MÍA. No podía dejarla ir de mi mente. No dejaba de dar vueltas. Una y otra vez. Una y otra vez... Me lo repetía como un mantra. "You know I love you, I really do...". Le quería. Pero de una forma que me mataba lentamente. De una forma que dejaba que me controlase por encima de cualquier cosa. Por encima de mi dignidad como humana.
Sin poder pensármelo mucho más, el momento llegó. Después de dejar que pasasen segundos, minutos y horas, mi cometido no duró más que sesenta segundos. Estaba todo controlado.
Un líquido espeso y caliente resbaló por mis manos mucho antes de lo que esperaba. ¿Cuánto se suponía que debería tardar? ¿Diez segundos, veinte lo sumo? Le miré a los ojos durante todo el proceso. Su color azul marino me miraba con los ojos cristalinos y haciendo una silenciosa pregunta mientras se iban apagando lentamente. ¿Por qué? Él lo sabía perfectamente. En esa peligrosa relación era o yo o él. Y yo tenía muy claro que quería seguir con mi vida. Ahora, él estaba muerto. Mi diablo personal había desaparecido.
¿Qué os parece?
Es mi primera historia corta que publico online...
Espero que se entienda de qué va, puedo explicarlo en la próxima entrada. He intentado calcular muy bien cada palabra, en cada parágrafo. Si os fijáis, se sigue un patrón. Intento que penséis que va a suceder un episodio amoroso entre una pareja pero a la vez introduzco palabras, por decirlo de alguna forma, que llaman a la catástrofe inminente.
Un abrazo para todos,
E.
No hay comentarios:
Publicar un comentario