lunes, 30 de septiembre de 2013

Pocas respuestas para muchas preguntas

   ¿Cómo contar el tiempo cuando crees que todo ha acabado? ¿Cómo explicarnos a nosotros mismos que lo que sentimos puede ser real? ¿Cómo entenderlo? ¿Cómo borrar las huellas de ese pasado que no queremos olvidar? ...Son tantas las preguntas y tan pocas las respuestas.
   Quieres y no quiero. No quieres y quiero. Es el juego del gato y el ratón. ¿Por qué no, simplemente, seguimos hacia delante? ¿No se puede dejar que el tiempo ponga las cosas en su lugar? Siempre he pensado así. Y lo sigo haciendo. Pero hay momentos en los que me digo a mí misma: ¿vale la pena dejar que el tiempo pase? Por propia experiencia, en realidad, no sirve de mucho. Las cosas se trabajan, poco a poco les podemos ir dando forma. Pero si tratamos de cortar de raíz algo que ha ido creciendo, nunca pasará. Se supone que los problemas hay que afrontarlos y con el tiempo pasan. Igual que con todas las situaciones de la vida real. Los "no problemas". 
   A veces deseo que pase el tiempo. Otras, prefiero ver como poco a poco todo pasa, se forma, se desmonta... No sé explicarlo. Quiero verlo y a la vez no. Me gustaría tener un botón en el que pudiese apagar mis emociones en ciertos momentos. No ser tan impulsiva... La impulsividad puede ser buena a la vez que mala. Si no echas buena mano de ella, puedes destrozar cosas en apenas unos instantes. Cosas reales, construidas con mimo y todo detalle. ¿Por qué los seres humanos tenemos cualidades tan dispares? Sí, las diferencias. Es lo que nos hace hermosos pero también nos destruyen... La belleza es cruel. Y no nos damos cuenta de ello. 
   ¿Qué se puede hacer? En realidad poco. Cuando hace tanto que piensas en las mismas cosas, te das cuenta que lo único útil es dejar que el tiempo ponga las cosas en su lugar. Es lo mejor... o la mejor solución que podemos ver ahora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario