martes, 12 de marzo de 2013

Jugando con cosas esenciales

   No sé cómo empezar a describir lo que siento. Es difícil. Más que eso, arduo. 
   Creo que no tengo la suficiente entereza como para hacer todo lo que me gustaría pero eso no aparta de mí el hecho de intentar hacer las cosas lo mejor que puedo. ¿Por qué no?
   Es decir, sí que creo que es importante hacer lo que queremos de verdad pero no creo que en el proceso tengamos que llevarnos a las personas por delante. Para mí eso es muy importante. 
   Darnos una oportunidad es esencial. Conocernos, también lo es. Pero durante el proceso... pueden ocurrir muchas cosas que pueden herirnos inevitablemente. Pequeñas grietas que se forman en nuestra muralla de la "confianza para personas especiales". Esas grietas, si poco a poco van juntándose... podrían desembocar en una importante rotura en nuestra muralla. Y eso es precisamente lo que no quiero.
   ¿Está mal que quiera protegerme en cierta forma a mí misma? Sé lo que quiero, quiero intentar muchas cosas pero... hay cosas que no sé si estoy dispuesta a dejar pasar. No me gusta mandar a nadie más que a mí misma, por eso me gustaría poder mandarme: "Ve con cuidado Estela", o directamente "No lo intentes si no crees que todo vaya por buen camino". De todas formas, eso no lo sabré nunca si no lo intento... pero si lo intento puede que haya momentos en los que me juegue mi felicidad. Y esa es una cosa esencial para mí.
    Quiero intentarlo. Lo quiero, lo quiero, lo quiero de verdad. Pero no sé si estoy dispuesta a degradarme a mí misma. Mis pensamientos, mis (por llamarlo de alguna manera) ideales. Tengo ideas muy fijas sobre lo que quiero, lo que sé, lo que pienso que se debe hacer y lo que no (para mi gusto), pero ¿qué si esas ideas se resquebrajan por algunas decisiones? ¿Qué digo entonces de mí misma? ¿Qué prueba tengo entonces de fidelidad a mis pensamientos? ¿Qué hay de lo que he pensado siempre? ¿De lo que creo que debo ser y cómo debo ser? Esas son algunas de mis muchas preguntas. Sin respuesta, por el momento.
    Soy consciente que todo no depende solo de mí  pero no puedo quitarme de la cabeza el hecho de que no soy nada principal. Que quizá me gustaría serlo. O no. No lo sé. No me gusta pensar que estoy en un segundo plano. Simplemente no encaja conmigo. ¿Por qué si yo no podría hacerlo o no querría hacerlo, dejárselo hacer a mi persona? ¿Por qué dejar que me lo hagan? Siempre he tenido muy claro que no seré la segunda oportunidad de nadie. Mi dignidad está por encima de todo eso. No soy así y creo que no podría serlo. No se trata de escoger, se trata de saber qué nos hace bien como personas. Qué nos hace felices. Qué cosas son esenciales para nosotros. Entonces, el quid de la cuestión en realidad es... ¿podré saberlo pronto yo?


Un abrazo para todos,



E.

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